lunes, 12 de abril de 2010

El mundo exterior es el que otorga la inteligencia

Proceso de construcción de la mente:


El Mayor Logro del Hombre, por Nikola Tesla. New York American — 6 de Julio de 1930
Del sitio Web Rastko'sNetwork:

Cuando un niño nace, sus órganos sensitivos son puestos en contacto con el mundo exterior.

Las ondas de sonido, calor y luz golpean sobre su débil cuerpo, sus sensibles fibras nerviosas tiemblan, los músculos se contraen y se relajan en obediencia: un grito de asombro, una respiración, y en este acto, un pequeño y maravilloso motor, de inconcebible delicadeza y complejidad de construcción como nada en la tierra -la mente humana-, se engancha a la rueda de trabajo del Universo.

El pequeño motor trabaja y crece, realiza operaciones cada vez más complicadas, se vuelve sensible a influencias siempre más sutiles, y ahora se manifiesta en un ser completamente desarrollado que manifiesta un deseo misterioso, inescrutable e irresistible: imitar a la naturaleza, para crear, para elaborar y componer a partir de las maravillas que percibe.

Inspirado en esta tarea el humano busca, descubre e inventa, diseña y construye, y enriquece con monumentos de belleza, grandeza y temor, la estrella de su nacimiento.

Los humanos descendemos a las cavernas y entrañas del planeta para traer sus tesoros ocultos y abrir sus inmensas energías prisioneras.

Invadimos las oscuras profundidades del océano y las azules regiones del cielo.

Observamos los escondrijos y grietas más íntimas, y hacemos un hueco en la estructura molecular para mostrar mundos infinitamente remotos. Nos atrevemos a apoderarnos de las fuerzas titánicas de la cascada, el viento y la marea.

Todo intentamos comprender y a todos nos adecuamos y adaptamos.

¿Qué es lo que guarda el futuro para nuestra capacidad? ¿Cuáles serán nuestros logros?

Hace tiempo que los humanos reconocieron que toda la materia perceptible viene de la energía, la que actúa sobre el Prana, dador de vida, fuerza creativa, llamando a la existencia, en interminables ciclos, a todas las cosas y los fenómenos.

La energía, tirada en infinitesimales remolinos de prodigiosa velocidad, se convierten en gruesa materia; para reconvertirse luego otra vez en energía.

Y el pequeño humano, con miedos y limitaciones, sin embargo pretende atrapar esas inagotables energías y ponerlas bajo su comando.

Si lográramos hacer esto obtendríamos casi ilimitados y sobrenaturales poderes. A nuestro comando y con esfuerzo, los viejos mundos desaparecerían, y nuevos, salidos de nuestro planeamiento, saltarían a ser.

Podríamos reparar, solidificar y preservar las formas etéreas de nuestra imaginación, las efímeras visiones de nuestros sueños. Podríamos expresar todas las creaciones de nuestra mente, a cualquier escala, en forma concreta.

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