La puesta en práctica del Buen Vivir es en el campo, en contacto directo con la naturaleza, dónde la articulación política del buen vivir en modestas pero felices comunidades soberanas y autosuficientes resulta más sencillo. Pero también existen intentos de llevar el buen vivir a las ciudades, con asambleas de barrio, búsqueda de espacios comunes de socialización, huertos urbanos, bancos de tiempo, cooperativas de consumo, etc.
El Buen Vivir reivindica el equilibrio con la Madre Tierra y los saberes ancestrales de los pueblos indígenas para con ella. Este concepto nació del conocimiento de la profunda conexión e interdependencia que tenemos con la tierra y los elementos inmodificados, por eso trabaja arduamente para encontrar modos de producción y sustento inteligentes, que no alteren el imprescindible equilibrio ecológico.
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